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De todos los aceites esenciales, el aceite de lavanda es el de más amplio espectro y tan versátil, que es uno de los más usados.
El nombre “lavanda” proviene del latín “lavare” que significa "lavar o lavarse". Este nombre le fue dado porque los antiguos romanos lo utilizaban en sus baños higiénicos.
Básicamente es un aceite esencial sedante y antiséptico.
La Lavandula officinalis, y también la angustiofila, crecen de forma natural y salvaje en las zonas montañosas altas del Mediterráneo. Es de esas de las que de sus flores se extrae por destilación a vapor, el aceite de calidad superior. Se necesitan 250 kg. de flores para obtener 1 kg. de esencia. Hay otras variedades de lavanda como las Lavandulas latifolia y la fragans que crecen a menor altura y poseen menos efectividad que las primeras.
En su gran mayoría, los aceites esenciales deben ser diluidos en un aceite vehicular o aceite base para los tratamientos o masajes, pues por su pureza suelen ser agresivos y pueden producir efectos no deseados según el tipo de piel de la persona sobre las que se utilizan. Sin embargo, el aceite destilado de la Lavándula vera, es uno de los pocos aceites esenciales que pueden utilizarse puros sobre la piel. Sus propiedades limpiadoras y desinfectantes ayudan mejorar el estado de la misma. Este aceite esencial de lavanda puede ser mezclado con cualquier otro aceite, sobre todo para suavizar otros aromas que son muy fuertes. Aún así, es recomendable usarlo con precaución.
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